Alto Funcionamiento — Una Forma Elegante de Decir Que Te Estás Desmoronando en Silencio
Existe un tipo particular de sufrimiento que se esconde detrás de calendarios, listas de tareas y cumplidos.
Cumples con todo. Eres productivo. Respondes correos a tiempo. Recuerdas los cumpleaños. Incluso das buenos consejos. La gente dice que eres fuerte, estable, centrado.
Y lo eres… al menos de puertas para afuera.
Pero aquí va una verdad silenciosa: funcionar bien no significa estar bien.
A menudo significa estar desconectado, entumecido, agotado… y ser muy bueno fingiendo.
Haces lo que toca, sonríes cuando se espera, incluso te ríes en el momento justo. Pero por dentro, hay un zumbido de ansiedad que ya diste por normal. Un duelo sutil que enterraste tan profundo que se volvió parte de tu personalidad. Una tensión en el cuerpo que nunca se va del todo, ni siquiera cuando duermes.
Sabes que algo no está bien.
Pero no “pareces” deprimido. No tienes una “razón” para estar ansioso. No has “ganado” el derecho a derrumbarte.
Así que sigues. Sigues funcionando. Sigues estando “bien”.
Pero funcionar no es lo mismo que vivir.
Y rendir no es lo mismo que estar en paz.
A veces, las personas que más funcionan son las que más peso emocional cargan.
No porque sean más fuertes.
Sino porque aprendieron muy temprano que mostrar el dolor no era seguro.
Que la competencia es un escudo.
Que mantener el control es la única forma de sentirse querido.
Si algo de esto te resulta familiar, no estoy aquí para etiquetarte.
Estoy aquí para decirte:
no tienes que ganarte el descanso, la ternura o el apoyo rompiéndote primero.
No tienes que esperar una crisis para merecer cuidado.
Tienes permiso para ser una obra maestra y un caos… al mismo tiempo.
“No estás fallando. Estás cansado de sostenerlo todo tú solo.”
— Reflexiones desde el espacio terapéutico